Viva Florida 500

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08.1.13

Un galeón español en Miami

Raúl Guerrero es periodista, historiador y novelista. Se especializa en historia cultural e idioma. Es autor de numerosas obras, se destacan las novelas INSOLENCE y La dudosa fuga de la cronista LIBERTINA. Dicta conferencias frecuentemente en Florida y New York. 

Raúl Guerrero is a journalist, historian, and  writer specializing in cultural history and language. He is the author of numerous works, notably the novels INSOLENCE and La dudosa fuga de la cronista LIBERTINA. He lectures frequently in Florida and New York. 

Puede contactarlo: RGuerrero@salonespanol.com

           Grabado anónimo de un galeón español del siglo 16.

Un galeón español atracó en el puerto de Bayside, a escasos metros del punto de confluencia de la bahía y el Río Miami, donde Ponce de León descubrió hace 500 años lo que los historiadores creen fue la capital de los Tequesta. Los Tequesta poblaron el área de Miami por dos mil años. El primer registro escrito del área de Miami lo hace Ponce de León en el diario del viaje, llamándola Chequesta.

Mi reacción inicial fue descartar el galeón como artilugio de alguna empresa de turismo. Una inspección más cercana reveló las velas, la arboladura, la cordelería, demasiado detalle auténtico para Mickey Mouse. Y bajó un tripulante, Alejandro Mallado, mucho más alto que el marinero español promedio del siglo 17. Alejandro, fotógrafo de la expedición que acaba de realizar la travesía desde el puerto de Cádiz con paradas en la República Dominicana y Puerto Rico, nos puso al tanto.

         Galeón Viva Florida 500. Foto de Alejandro Mallado.

El Galeón Viva Florida 500, una réplica de un galeón del siglo 17, un barco mercante armado de un porte de 495 toneladas y 47 metros de eslora. Fue construido por la Fundación andaluza Nao Victoria bajo la dirección del constructor de naves históricas Ignacio Fernández y un equipo de 126 personas que pusieron 72 mil horas de trabajo. El nombre de la Fundación, Nao Victoria, alude al único barco que completó la expedición de Magallanes alrededor del mundo. “Un objetivo de la Fundación Nao Victoria al recrear esta naves es ofrecer al público del silo 21 la oportunidad de compenetrase en la historia. Un galeón era una especie de ciudad naval,” explica Manuel Minero, encargado de prensa de la expedición. “El Galeón Viva Florida 500 es un museo flotante.”

Abordo el Viva Florida 500 con el perfil de Downtown Miami al fondo. Foto de Niels Johansen.

Abordo se encuentran instrumentos de navegación de la época, artillería, los muebles, incluso se evidencia la rígida estratificación social a través de las instalaciones asignadas a la nobleza. Y no hay como retraerse de las vicisitudes de los pasajeros de antaño. Hasta un centenar viajaban hacinados con limitaciones alimenticias y de higiene, con la muerte al asecho, ya sea por enfermedades o tormentas. Explica Manuel Minero que una de las infracciones más graves fue el robo de la vianda. “Se dieron casos que al ladrón se le clavaba las manos al mástil mayor.” Nada que ver con los cruceros al frente en el Puerto de Miami. Por otro lado, el galeón español fue el instrumento que aunó al mundo. “No solo hubo intercambio económico y cultural entre América y Europa, también Asia participó de esta temprana globalización a través del Galeón de Manila”.

Detalle de la artilleria. Niels Johansen.

La influencia de España

Otro objetivo del Galeón Viva Florida 500 es rescatar la figura del explorador y conquistador español Ponce de León y la influencia de España en la historia de la Florida. Para muestra, claro, tenemos el nombre. Ponce de León descubrió la península, aunque la creyó una isla, el año 1513, durante la pascua florida. He ahí la etimología de La Florida. Y permaneció La Florida bajo el control de España por dos siglos y medio, salvo una breve interrupción de veinte años en el siglo 18, cuando se la cedió a Inglaterra a cambio de Cuba. Cuba tenía mayor importancia. Era el puerto de salida de los galeones de la Carrera de Indias, un convoy que venía de España cargado de vinos, aceites, armamentos, papel, libros, ideas y los sueños de fama y fortuna que siempre alimentaron los emigrantes. Regresaban los galeones llevando oro, plata, tomates, papas y cacao. Sí, antes de America los italianos no tuvieron salsa de tomate ni los irlandeses su estofado de carne y papa. Y, aunque parezca mentira, en las noches de los europeos solitarios no hubo chocolate para suplir la falta de sexo.   

Un legado español que, dirían los publicitas modernos, no tiene precio, fue el idioma. Por entonces el castellano era un idioma joven. De hecho, no fue hasta el mismo 1492 del descubrimiento de América que Antonio de Nebrija le presentó a la católica reina Isabel su Gramática de la lengua castellana en la universidad de Salamanca. La reina no le concedió mayor valor a una gramática de la lengua vulgar. El confesor, el fraile Talabera, le esclareció al oído: el idioma es un instrumento imprescindible del Imperio; a través del idioma se transmiten las leyes, la religión, la civilización misma; por medio de la gramática se enseñará a los bárbaros conquistados el idioma del conquistador.

Los americanos no se quedaron de brazos cruzados. Introdujeron al castellano, y a través del castellano a los demás idiomas europeos, sus aportes: aguacate (la fruta de mantequilla que también los mesoamericanos utilizaron para designar los testículos), chocolate, canoa, alpaca, puma, coca, y de los tainos el temible huracán, “embrujo maldito del mar.”

La historiadora Guadalupe Fernández Morente comenta que la influencia fue mutua. El flamenco, por ejemplo, los cantes de ida y vuelta. La música pasó a América, principalmente a Cuba, y regresaba a España renovada, enriquecida con tradiciones africanas y nativas de America.

Rutas oceánicas de España (en blanco) y Portugal (en azul).

Los detractores de Ponce de León      

Un comentario del New York Times de T.D. Allman, autor de Finding Florida: The True History of Sunshine Estate, denuncia que Ponce de León no descubrió la Florida, en efecto, no aportó absolutamente nada a su historia. Escribe: “Tantos europeos habían visitado Florida para cuando Ponce de León la descubrió que algunos indios le saludaron en castellano.” Ahonda la crítica: España no aportó nada, excepto la infame distinción de ser los primeros blancos en masacrar otros blancos, los franceses que habían colonizado el área de la actual Tampa. Esgrime de evidencia que España jamás le erigió un monumento a Ponce de León o nombró una ciudad en su honor. El creador de Ponce de León y su mítica Fuente de la Juventud fue el magnate Henry Flagler y la literatura de Washington Irving en las postrimerías del siglo 19.

Guadalupe Fernández es la persona idónea para abordar la polémica. Pasó largas horas investigando en el Archivo de Indias de Sevilla. Responde que se puede discrepar en términos filosóficos, aun así no cabe interpretar la historia utilizando una ética de otra época. El conquistador español, un hombre del siglo 16, acabado de salir del medioevo, fue brutal, como suele ser el caso de todo hombre que confronta el dilema de matar o morir. Igual fue el inglés, el portugués, el holandés. Pero contrario a éstos, el español se dejó amar y amó a las mujeres nativas, tuvo familia con ellas. El inglés exterminó al indio, el portugués se limitó al comercio, incluso la esclavitud. El español creó un verdadero Nuevo Mundo, el mundo del mestizaje. Lo que le resulta inadmisible a Guadalupe Fernández, dice algo acalorada, es obviar los hechos históricos, la documentación que los avala. Y presenta un detalle tan sencillo como rotundo: La Corona española le concedió a Ponce de León, por méritos y servicios, una de las mayores distinciones, lo nombró adelantado (gobernador). Aunque el Galeón Viva Florida 500 es una réplica fidedigna del siglo 17, la historiadora de la expedición utiliza la tecnología del siglo 21. Se conecta a través de Internet con el Archivo de Indias en Sevilla para que los documentos la secunden.   

La historiadora Guadalupe Fernández habla sobre Ponce de León. Niels Johansen.

La Fuente de la Juventud

Mi abuelo tenía un dicho interesante: antes de envenenar al perro del vecino, el canalla pregona que tiene rabia. Nada como la polémica para vender libros, y T. D. Alman, que no es historiador, se vale de la polémica para promover su libro subtitulado “Historia verdadera del estado del sol.” Destaca con sorna que el único logro de Ponce de León en la Florida fue morir, que una flecha envenenada al pescuezo lo mató antes de encontrar la Fuente de la Juventud.  

¿Qué hay de verdad? Bueno, se dice que Ponce de León escuchó en las islas del Caribe que hacia el norte había una fuente que tenía el prodigioso efecto de la juventud eterna, en el peor de los casos, quienes bebían de ella vivían hasta edades muy avanzadas. Un cuento similar escucho el conquistador de Quito Sebastián de Benalcázar. Preguntaba el conquistador, a veces con dulzura y a veces bajo tortura, “¿oro, dónde está el oro?” Los quiteños ni tontos ni perezosos contestaron que más arriba, al norte, había un lago donde todo era de oro, se llamaba El Dorado. Mirando desde el castillo del Galeón Viva Florida 500 el extraordinario perfil del Downtown, la Miami original, levantada sobre la milla cuadrada que la Corona Española concedió a John Egan y ratificó el gobierno de los Estados Unidos cuando finalmente Florida pasó a su control en 1821, se me ocurre que Alman y todos los críticos han perdido el punto. La Fuente de la Juventud es una metáfora incomparable para la magia de la reinvención que permite la emigración. 

A manera de despedida les estrecho la mano a mis anfitriones con un enfático: ¡Viva La Florida!

Dónde: Bayside Park, Downtown Miami.

Cuándo: April 15 to 29. 10 am to 5 pm.

Cuánto: Adultos $15.00. Niños $8.00.

Recommendación: ¡Excelente!

Murder and the Dog  A novella by Raul Guerrero

Out Now. Fascinating! Read More.